En China crece el Ginkgo, que es un “fósil viviente”, único en su especie, su origen lo encontramos hace 270 millones de años y es un árbol vistoso, razón por la que utiliza a veces con fines ornamentales. Una de sus peculiaridades es que sus semillas no tienen cáscara protectora, por lo tanto no conviven ambos sexos en el mismo árbol sino que existen ginkgos masculinos y femeninos. Los machos se reconocen por sus numerosas flores amarillas y las hembras producen una fruta con olor nauseabundo.En el continente americano también están los Pinos britlecone, entre cuyas características está la de ser el árbol más longevo del mundo. Muchos de sus ejemplares superan los 5.000 años. Tienen aspecto de árboles secos y muertos porque son retorcidos y con escasas hojas, producto de las condiciones extremas en las que viven, que es precisamente una de las razones por las que viven tanto, ya que no tienen enemigos naturales capaces de aguantar esas condiciones extremas.
En las zonas semiáridas del Sáhara se encuentran los Baobabs, que destacan por lo ancho del perímetro de su tronco, que puede llegar a medir 40 metros, y porque pueden almacenar 120.000 litros de agua. Es un árbol majestuoso a la vez que útil, puesto que su fruto, parecido a un melón pequeño, muy rico en fibra, se consume como pasta y se utiliza para elaborar una bebida refrescante. Con sus hojas también se hace sopa y con la corteza se pueden hacer cuerdas.
En Egipto nos encontramos con el Eucalyptus regnans, que puede llegar a ser tan alto como la pirámide de Giza, que es la más grande del país. Son árboles naturales del sudeste de Australia, tienen flores y su fruto es una cápsula pequeña con una fragancia característica de los bosques de eucaliptos.
En otras zonas del mundo hay sin sinfín de especies propias también amenazadas, por ejemplo, en Extremadura (España), están en riesgo el tejo, el abedul, el carvallo, el mostajo y el loro. En particular el tejo sólo cuenta con 240 ejemplares al norte de Cáceres y el abedul con 470 ejemplares. En Castilla y León (España) también se encuentran en peligro la encina y la sabina albar.
Otra especie arbórea en peligro de extinción es el palorrosa (nombre científico Aniba rosa eodora). Sus ejemplares se están agotando rápidamente, ya que al día de hoy la producción de aceite de palorrosa se encuentra alrededor de las 50 toneladas, muy lejos de las 40 toneladas de la década de los 60. Su explotación masiva lo está llevando a la extinción.
La madera de este árbol se utiliza, principalmente, en dos industrias: la fabricación de guitarras de lujo, debido a su ductilidad y excelente sonoridad, que lo sitúan como la mejor opción para los diapasones; y en la perfumería, porque si se machaca y se hierve de una manera concreta, se extrae un aceite aromático utilizado en perfumes de lujo, por ejemplo, Chanel nº 5.
Los caprichitos de algunas y la falta de escrúpulos de otros, ha colocado a este árbol en la lista de especies en extinción.
El nogal antillano o palo de nuez es otro árbol en peligro; natural de Puerto Rico, Cuba y República Dominicana. Es conocido como Juglans jamaicensis, aunque nunca se ha visto en Jamaica, y fue declarado como especie en peligro de extinción en enero de 1997. Su amenaza es la extensión de las plantaciones de café, que al no exigir sombra provocan que los talen, y el desmonte para tareas agrícolas.
El nogal es un árbol grande que puede alcanzar hasta 25 metros de altura y su madera es de gran calidad. Su fruta es comestible pero, hasta donde se sabe, nunca fue explotada comercialmente.
Otra árbol en peligro de extinción en Puerto Rico es el capá rosa (o péndula cimarrona) y cuyo nombre científico es Callicarpa ampla. Esta especie fue declarada en peligro de extinción en 1992. Sólo 14 árboles de capá rosa existían entonces en cinco lugares en la Isla.
En Venezuela, país con enorme riqueza ecológica, tiene numerosas especies de árboles en peligro de extinción, por ejemplo: Caro-Caro, Canoruco, Lluvia de Oro, Cotoperiz, Tamarindo, Dividive, Acacia, Roble o Apamate y Flor Amarilla.
En Brasil, donde las especies en vías de extinción ha dado un salto gigantesco y es alarmante, encontramos el pernanbuco (Pau Brasil, Caesalpinia echinata), un árbol del bosque húmedo brasileño, explotado durante 500 años y con cuya madera se fabrican los mejores arcos de violín e instrumentos musicales.
En América Central y América del Sur están en peligro el cedro rojo (Cedrela odorata) y las especies de Cedrela.
Son sólo algunos de los árboles en peligro de extinción, sobre los que tenemos una responsabilidad ineludible de conservación para generaciones futuras.